Termina por leer la última línea del
libro. Debe elegir entre el éxtasis o la desesperación. Vuelve a releer algunos
fragmentos subrayados. El libro es de Vila-Matas. El libro lleva por título:
Bartleby y Compañía. Le hubiese gustado ser un consagrado escritor del No,
haber leído su nombre en alguna página del libro, o
tener una joroba como el narrador. Pero
no es nada de eso. Sólo es un joven que anhela escribir muchos libros, y que no
ha empezado aún. Tener decenas de poemas o argumentos revoloteando en su
mente, como mariposas rondando la luz de
una ilusión insostenible. ¿Es mejor terminar en el anonimato? ¿No escribir
ningún libro y disfrutar de lo que sí tuvieron agallas para hacerlo? O simplemente no hacer nada y ser sólo un
ruido en la garganta de la noche. Porque escribir es el atajo que tomamos para
acercarnos al vacío. Y no escribir es como vivir con el filo de un cuchillo en
la garganta, pero de plástico, claro está.
He aquí una cita del libro:
“Soy sólo una voz escrita, sin
apenas vida privada ni pública, soy una voz que arroja palabras que de
fragmento en fragmento van enunciando la larga historia de la sombra de Bartleby sobre las literaturas contemporáneas.
Soy CasiWatt soy mero reflujo discursivo. No he despertado nunca pasiones,
menos voy a despertarlas ahora que ya soy sólo una voz. Soy CasiWatt. Yo les
dejo decir, a mis palabras, que no son mías, yo, esa palabra, esa palabra que
ellas dicen, pero que dicen en vano. Soy CasiWatt, y en mi vida sólo ha habido
tres cosas: la imposibilidad de escribir, la posibilidad de hacerlo, y la
soledad, física, desde luego, que es con la que ahora salgo adelante.”
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