Este era un
cuarto que se había enamorado de su joven inquilina, pero era un cuarto tan
frío que la joven siempre se encontraba triste, cubierta por una frazada.
Además, nadie quería ir nunca a ese cuarto por lo frío que estaba, y porque
justo al lado había otro cuarto muy parecido pero más espacioso y más tibio, y
con Wi-Fi,
donde la gente bailaba y tenía conversaciones agradables. A veces, la música
sonaba tan fuerte que el cuarto frío no podía dormir por culpa del cuarto
tibio. A la mañana siguiente, el cuarto estaba tan frío que la joven construía
una fortaleza de frazadas sobre su cama y pasaba todo el día ahí, como en una
burbuja; y eso ponía al cuarto más frío aún, por lo que se adelantaba el
invierno. Se dice que un día hizo tanto frío que la joven no pudo más y decidió
mudarse a otro cuarto. Entonces, el cuarto frío se sintió tan pero tan solo que
amarró una soga a uno de sus travesaños y se colgó.
FIN.
César Mendoza Prada
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