CINEMA EN UN HOSTAL

Debí suponer que conocerte en uno de los peores años de las últimas décadas estaría lleno de fatalidades, de sorpresas y de cuestiones sin sentido. Debí suponer también que en algún momento uno de los dos tendría que marcharse. Y así fue, a pesar de todo.

Recuerdo que una noche, sentados en la puerta de tu casa, te prometí escribir un cuento por semana, sabías lo importante que era para mí publicar un libro antes de los veinticinco años, pero no pude. Así que decidí que, en lugar de inventar historias, mejor empezaría a registrar en un cuaderno todos los momentos que habíamos vivido hasta ese entonces. Tenían que ser exagerados y poéticos como aquellas películas raras que veíamos desnudos en la habitación de un hostal.

También prometí hacerte olvidar los problemas que tenías en casa, como si la vida se redujera a unas cuantas horas de la semana y a frases como: "todo estará bien", "siempre estaré contigo".

¿Aún recuerdas todo esto? Aquel verano fue el más caluroso y extraño de todos.  Teníamos los cuerpos deshidratados de tanto caminar por el centro de Trujillo, buscando las mejores fotografías y yo no dejaba de tomar Coca Cola´s. Vas a morir diabético me comentabas. No importa, respondía, de algo tendremos que morir.

Nos habíamos prometido tantas cosas durante esos días que no nos dimos cuenta que las promesas, en una historia de amor, nunca se cumplen.

Y así fue. 




Comentarios